sábado, 5 de enero de 2013

"En cinco años, tendremos un dinosaurio vivo"


Estas fueron las palabras pronunciadas por Jack Horner, profesor, paleontólogo y dinosauriólogo estadounidense. Es quizá uno de los paleontólogos estadounidenses vivo más conocido fuera del ámbito científico. Su fama proviene de su descubrimiento y definición de dos nuevas especies de dinosaurio: Maiasaura y Orodromeus.

Esta frase "En cinco años, tendremos un dinosaurio" merece una explicación. Jack Horner se propuso ya hace unos años devolver la vida a un dinosaurio. Desde luego, no será como en Parque Jurásico, para "resucitar" a un dinosaurio partirán de un embrión de pollo y, mediante ingeniería genética, le harán dar marcha atrás en el tiempo hasta sacar el dinosaurio que lleva dentro. Evidentemente, no será, al principio, un dinosaurio completo pero tendrá muchas de las características físicas de estos (desde el tamaño a los dientes o las garras). Las aves actuales son descendientes directas de los dinosaurios, el porqué de la elección de la gallina se debe al conocimiento completo de su genoma a la perfección y también porque son, seguramente, las aves más comunes. A falta del ADN de un dinosaurio se toma el de sus descendientes más directos para hacerlos retroceder al punto de partida; ya que se ha demostrado que es imposible extraer el ADN del ámbar (tal y como hacían en Parque Jurásico) y, de los huesos fósiles tampoco. Aunque cabe mencionar que hace unos años fueron encontrados unos fósiles muy esperanzadores de una hembra de Tiranosaurio, de la que se consiguieron aislar tejidos blandos y vasos sanguíneos, pero no ADN.

No se trata, de ninguna forma, de una modificación genética, sino que lo que se pretende es reactivar genes atávicos del ADN de las aves y hacer que vuelvan a expresarse. El proceso funciona de la siguiente manera: Lo primero es encontrar una serie de genes específicos en el genoma de la gallina. Se buscan tres en concreto, los necesarios para activar el tamaño, para que haya o no haya dientes y los que transformaron las garras originales en alas. Se trata de alterar los niveles de proteínas de la expresión génica, en concreto de aquellas que han suprimido estas características. Así explicado parece sencillo, y es que en sus primeros estadíos un embrión de pollo desarrolla dientes o manos con tres dedos, si se encuentran los genes que obligan a reducir su tamaño o los que hacen que los dedos se fundan para formar alas y se consigue apagarlos, entonces podrán hacer crecer un animal con características de dinosaurio. De esos tres genes hasta el momento sólo se ha encontrado el responsable de que haya  no haya dientes, probablemente en encontrar los otros dos aún se tarde un par de años. El primer "pollosaurio" será una gallina con dientes y garras con su tamaño actual, posteriormente se probará a hacerlas más grandes. Si todo va bien, esto tardará en realizarse unos cinco años, si tenemos mala suerte, en siete como máximo. Además en el futuro podría ser posible devolver la vida a cualquier miembro de un grupo muy concreto de dinosaurios, los Terópodos, que son de los que descienden las aves.

Las aplicaciones de estas investigaciones tienen fuertes implicaciones en el campo médico y en la compresión de como funcionan los mecanismos evolutivos. Podría aprenderse mucho, por ejemplo, de enfermedades de la médula espinal, o que afectan al crecimiento.

Todo esto es algo que se puede hacer con un par de millones de dólares, un coste muy pequeño cuando se trata de hacer "gran ciencia".



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